sábado, 8 de octubre de 2011

¡Hip, hip! (Hipo)

Origen del hipo

Cuando el ataque de hipo es ocasional resulta difícil descubrir el origen y suele ser fácil de curar. Cuando los ataques son prolongados o recurrentes se debe acudir al médico, quien determinará la causa. Entre ellas están la meningitis, la uremia, ciertos tumores cerebrales, infartos, la pleuresía diafragmática, la neumonía, el alcoholismo, trastornos de estómago y esófago, las enfermedades intestinales, pancreatitis, embarazo, irritación de la vejiga, metástasis hepáticas o hepatitis, lesiones torácicas, o cirugía. El hipo persistente también puede ser de origen psicológico.

Tratamiento del hipo

Se fundamenta en que cuando el anhídrido carbónico está alto en la sangre inhibe el hipo, mientras que cuando está bajo lo acentúa. Pueden ensayarse numerosas medidas simples: aumentar la concentración de anhídrido carbónico en la sangre por una serie de retenciones de la respiración o volviendo a respirar el mismo aire dentro de una bolsa de papel (PRECAUCION: No utilizar una bolsa de plástico, ya que puede adherirse a los orificios nasales); beber rápidamente un vaso con agua fría; deglutir pan seco o hielo machacado; inducir el vómito; tracción de la lengua; presión sobre los globos oculares; aplicar una bolsa de hielo en la parte superior del abdomen.

Cuando nada da resultado

Si fallan estas medidas, el médico puede utilizar métodos especiales (algunos de los cuales pueden curar el hipo con sólo saber de qué se trata). Uno de ellos consiste en introducir un cateter de aspiración, de plástico o de goma, a través de la nariz, en una distancia de 7,5 a 10 cm y, con un movimiento de vaivén, estimular la faringe en el área sensible por detrás de la úvula. Otras maniobras incluyen lavado de estómago, estimulación galvánica del nervio frénico, o dilatación esofágica con un elemento especial. También cuenta con un arsenal de medicamentos que son útiles para controlar el hipo.



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